Con las rentabilidades de los activos sin riesgo cercanas al cero por ciento y las hipotecas más baratas de la historia, la vivienda se presenta para muchos ahorradores como el activo más atractivo para invertir. De acuerdo con los datos provisionales del segundo trimestre de 2019, el rendimiento bruto anual medio por alquiler de vivienda se sitúa en el 3,9%. La cifra aumenta hasta el 10,7% si a los ingresos por arrendamiento se le suma la variación del precio del inmueble.
Estos retornos potenciales brillan frente a la menguante rentabilidad del bono español a diez años, que ha caído desde el arranque del año desde el 1,41% al 0,28%, y a la exigua remuneración de los depósitos bancarios: los mejores a un año no dan más del 1,25%.
Con todo, los expertos recuerdan que la vivienda es un activo más ilíquido y no se beneficia de las ventajas fiscales de otros, como los fondos de inversión, que permiten diferir la tributación. Además, los precios de compraventa y las rentas evolucionan a ritmos muy distintos por provincias y ciudades. De ahí que los profesionales aconsejen estudiar bien las alternativas.
Hay que tener en cuenta que un sector tan ligado al ciclo como el inmobiliario está empezando a reflejar los cada vez más evidentes signos de ralentización económica. Para los próximos meses todas las estadísticas apuntan a un crecimiento más moderado del sector, tanto a nivel de actividad como de precios, según los expertos.
Los alquileres han subido un 50% en los últimos cinco años, pero, en términos globales, la rentabilidad por alquiler no ha dejado de bajar lentamente desde los niveles del 4,7% que ofreció en 2014. Y los dos puntales de la recuperación del mercado inmobiliario tras el estallido de la burbuja en 2008, Madrid y Barcelona, se están estabilizando en el capítulo de subidas del precio de la vivienda.