El mercado laboral que ha emergido con la recuperación económica tiene una gran laguna en este colectivo: 1,7 millones de trabajadores perdidos en los últimos 12 años, según un informe del Ministerio de Trabajo publicado este mes de septiembre. Es un mercado más flexible, pero también más envejecido, porque en ese mismo plazo la población activa ha crecido en 1,3 millones de personas, en parte engrosada por la generación que tenía menos de 30 años en 2007, una generación cuyo reemplazo es sensiblemente menos numeroso.
El tamaño de este agujero generacional tiene una fácil representación si se tiene en cuenta que equivale a toda la población de Barcelona, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Si la segunda mayor capital española estuviera poblada únicamente por este colectivo de jóvenes en edad laboral, hubiera visto desaparecer en mayor medida (1,2 millones de jóvenes, equivalentes a la suma de Sevilla y Zaragoza) al segmento de entre 25 y 30 años, que corresponde generalmente al más formado. En menor (524.000) a los que tienen más dificultades por entrar en el mercado laboral, pero también menos urgencia.
En la España previa a la crisis, cuando la construcción era el principal motor del empleo, la población activa entre 16 y 29 años era de 8,4 millones de personas. Hoy, esa cifra asciende a 6,7 millones de personas, es decir, un 20% inferior. Entre activos e inactivos, ha desaparecido uno de cada cinco potenciales trabajadores que existían en los tiempos del boom inmobiliario, unos tiempos en los que, todo hay que decirlo, la barra libre de crédito dopaba la economía.
La comparación con un panorama actual en el que las finanzas siguen deprimidas puede ser poco ajustada en sus bases. Pero el hecho es que ni siquiera con una quinta parte menos de competidores las oportunidades de encontrar trabajo son mayores para el colectivo juvenil. A día de hoy, con dos millones menos de personas en activo, la cifra del paro supera en 194.000 personas a la de 2007.
En el mercado laboral posterior a la crisis, la formación se ha convertido en un factor mucho más determinante de lo que fue. “El nivel de estudios alcanzado determina la situación de la población en el mercado de trabajo: a mayor nivel de estudios la situación dentro del mercado es más favorable y viceversa”, explica el estudio Jóvenes y Trabajo elaborado por el Gobierno.