La afiliación sindical se hunde

La afiliación sindical se hunde

La afiliación sindical en España ha caído a su nivel más bajo en 30 años. Este desapego de los trabajadores respecto a los sindicatos se produce junto al auge de la desigualdad económica dentro de los países, una de las grandes preocupaciones de la sociedad actual. Aunque la creciente desigualdad salarial y de rentas en las últimas décadas parece ser producto de causas estructurales (tecnología, globalización…), la pérdida de poder de los sindicatos podría estar agudizando esta tendencia. Los deciles de salarios más bajos suelen beneficiarse de la cobertura sindical y de las negociaciones colectivas en mayor proporción que los trabajadores cuyos salarios se encuentran los deciles más altos.

No obstante, esta es una tendencia que se observa en casi todos los países desarrollados. Según los últimos datos publicados por la OCDE, los trabajadores bajo el paraguas de la negociación de colectiva han caído desde el 51,4% de 1960 hasta el 32% actual, mínimos históricos de los países desarrollados. En el caso de España, donde todavía se encuentra en el 83%, la caída ha sido de casi 10 puntos porcentuales desde el 92% de 2012-2013. La caída ha coincidido con la puesta en marcha de la última reforma laboral.

Sin embargo, contar con el respaldo profesional de los sindicatos podría ser positivo en un entorno cambiante. La OCDE destaca en su último informe dedicado a la cobertura sindical que «a medida que la innovación, la globalización y el envejecimiento de la población transforman el mundo del trabajo, la negociación colectiva puede ser un medio para alcanzar soluciones equilibradas y ajustadas en preocupaciones comunes».

El organismo internacional reconoce que la negociación colectiva y la afiliación a los sindicatos se encuentran bajo presión desde hace varias décadas. La transformación del trabajo (plataformas, trabajo atípico, nuevas tecnologías…) está generando la individualización de las relaciones entre empresario y empleado, dejando a un lado la labor de los sindicatos.

Estas instituciones pierden relevancia en los países desarrollados pese al auge de la precariedad laboral, que precisamente se focaliza en los más jóvenes. Estas organizaciones no están logrando mantener su peso en un mundo cambiante, con nuevas necesidades y formas de trabajo. La fuerte presencia de los sindicatos en la industria no se ha trasladado al sector servicios, cuando éste ha ido ganando peso dentro del empleo. La tecnología hace cada vez menos necesario el factor trabajo en la industria, que a su vez ha sufrido la deslocalización hacia países con unos costes laborales más bajos.

Aunque el progreso tecnológico puede mejorar la calidad del trabajo incrementando la productividad y los salarios, reduciendo la exposición al peligro y las tareas más duras, también puede ser fuente de mayor inestabilidad laboral, caracterizada por nuevas formas de trabajo no convencionales.

El menor protagonismo de los sindicatos también se ha relacionado en varios trabajos con la caída del peso de los salarios en el agregado de las rentas. Mientras tanto, las rentas del capital (beneficios empresariales, intereses, alquileres…) se comen una mayor parte de la tarta. No obstante, la tecnología estaría llevando la mayor parte del peso.

«A pesar de estos retos, la negociación colectiva y la voz de los trabajadores todavía puede jugar un rol para prevenir las desigualdades. Para este fin, la negociación colectiva necesita adaptarse y encontrar un mejor equilibrio entre flexibilidad e inclusividad», recalca la OCDE.